“Internet se ha sumado a nuestra vida en si y ahora también al teatro, la televisión y el cine”, reflexiona Nazareno Mottola sobre la inspiración en la blogonovela “Weblog de una mujer gorda” (de Hernán Casciari ) en que se basó Antonio Gasalla para la obra “Más respeto que soy tu madre”, que estrenó el 11 de diciembre en Mar del Plata. Ejemplos como “Julia & Julie” en cine (con Meryl Streep) y “Ciega a citas” en televisión (con Muriel Santa Ana), reafirman el pensamiento de Mottola, carismático actor que interpreta a Claudio "Caio" Bertotti, un joven con graves problemas de conducta causados por adicciones y que sufre una constante violencia física por parte de su padre Zacarías (Enrique Liporace). Si a esto le sumamos a Sofia (Eliana González) la hermana de 14 años que ya tiene varios novios y que con una web cam se muestra desnuda en Internet y un abuelo (Alberto Anchart) que cultiva marihuana, hacen de los Bertotti una familia con mucho para decir y contar. Pero lo que en un principio se plantea es que Nacho (Estéban Pérez), el hijo mayor, es quien hizo bien las cosas y tiene una vida cercana a la perfección. Estudia, trabaja y se baña todos los días. Pero poco a poco se “van a ir develando cosas que tenia escondidas y toma un giro bastante importante la historia”, amplía Pérez.
“Es una familia muy disfuncional. El marido está como bloqueado y no acepta nada. Realmente no se dan cuenta. Viven naturalmente un montón de desastres como lo hacen hoy muchas sociedades en el mundo. Las problemáticas sociales de las familias estan tocadas con mucho humor y desde el absurdo”, afirma Liporace.
Por su parte, Anchart, describe al abuelo que le tocó personificar: “Es un nono demasiado moderno, porque cultiva marihuana, cosas que no suelen hacer los abuelos. Es bastante estrafalario. Un personaje hermoso, muy tierno, que la gente recibe muy bien”.
Quien sostiene a Los Bertotti es Mirta, interpretada por Antonio Gasalla, actor que se luce en esta pieza y demuestra durante dos horas su expresividad y la capacidad para entretener, hacer reir y reflexionar que sólo artistas con años de escenario pueden lograr.
“Es una familia que sin contar la vida de cada uno, hay pedacitos de la obra que van tocándolos. Con cosas bizarras, exageradas, porque son una familia muy exagerada.
La gente se emociona por momentos. No es una cosa disparatada de solo reírse”.
- ¿Es un desafío este estreno en Mar del Plata, luego del gran éxito que tuvo en Buenos Aires?
El teatro siempre es un desafío. Una obra puede funcionar en un lugar y en otro no.
Esta profesión tiene un montón de particularidades, ya que nunca tiene una seguridad definitiva. Hay lugares donde vos entras a trabajar y capaz que estás 10 años. En una obra no sabés. No suelen durar tanto.
- Muchas obras basan su promoción en la mediatización. Este no fue el caso de “Más respeto…”, que sin escándalos fue un suceso. ¿Qué opina de este fenómeno?
Basar la venta en la mediatización no me parece algo efectivo. Yo no creo que la gente ande con 100 pesos en la mano buscando sacar una entrada y pensando en qué elenco se peleo más o menos. Una pelea puede ponerte en televisión, pero no se si necesariamente vende entradas.
- ¿De qué manera compone el personaje?
Hay que aprender a inspirarte con el texto. Lo que está escrito es el arma con el que te vas a manejar. Hay que saber encontrar lo que el autor quiso decir. Yo hago humor. Durante los primeros años del café concert mi fin era hacer reír. Y después te ponés a pensar en que basarte para hacer reír. Porque si te ponés a destruir a alguien en el escenario, la gente se va a reír. Entonces pensás si querés ser un cínico, que habla mal de la gente todo el tiempo, o no. A veces en la desesperación de hacer reir hablas mal, hacés bromas pesadas. Este pueblo es muy inteligente, con una gran tradición de humor. Argentina fue el centro de la cultura para Latinoamérica, incluso para España. Somos muy mentales, con un humor que saca conclusiones. Yo viajo bastante y hay paises de Latinoamérica en donde el humor se basa en si tiene las tetas más o menos grandes. Hay un poco de retroceso acá tambien, pero hay humor inteligente.
- ¿Le gusta lo que hace Diego Capusotto?
Capusotto me encanta. Me gusta mucho lo que hace. Me parece que dentro de toda esa locura, es el único de esa generación de humor disparatado que le ha encontrado la vuelta a decir algo. Dentro de todo ese delirio hacer humor crítico sin serlo. El tema del humor es que no se tienen que ver los piolines de lo que estás haciendo. Porque cuando se nota todo lo que estás haciendo la gente no es tonta y no se divierte tanto.
“Es una familia muy disfuncional. El marido está como bloqueado y no acepta nada. Realmente no se dan cuenta. Viven naturalmente un montón de desastres como lo hacen hoy muchas sociedades en el mundo. Las problemáticas sociales de las familias estan tocadas con mucho humor y desde el absurdo”, afirma Liporace.
Por su parte, Anchart, describe al abuelo que le tocó personificar: “Es un nono demasiado moderno, porque cultiva marihuana, cosas que no suelen hacer los abuelos. Es bastante estrafalario. Un personaje hermoso, muy tierno, que la gente recibe muy bien”.
Quien sostiene a Los Bertotti es Mirta, interpretada por Antonio Gasalla, actor que se luce en esta pieza y demuestra durante dos horas su expresividad y la capacidad para entretener, hacer reir y reflexionar que sólo artistas con años de escenario pueden lograr.
“Es una familia que sin contar la vida de cada uno, hay pedacitos de la obra que van tocándolos. Con cosas bizarras, exageradas, porque son una familia muy exagerada.
La gente se emociona por momentos. No es una cosa disparatada de solo reírse”.
- ¿Es un desafío este estreno en Mar del Plata, luego del gran éxito que tuvo en Buenos Aires?
El teatro siempre es un desafío. Una obra puede funcionar en un lugar y en otro no.
Esta profesión tiene un montón de particularidades, ya que nunca tiene una seguridad definitiva. Hay lugares donde vos entras a trabajar y capaz que estás 10 años. En una obra no sabés. No suelen durar tanto.
- Muchas obras basan su promoción en la mediatización. Este no fue el caso de “Más respeto…”, que sin escándalos fue un suceso. ¿Qué opina de este fenómeno?
Basar la venta en la mediatización no me parece algo efectivo. Yo no creo que la gente ande con 100 pesos en la mano buscando sacar una entrada y pensando en qué elenco se peleo más o menos. Una pelea puede ponerte en televisión, pero no se si necesariamente vende entradas.
- ¿De qué manera compone el personaje?
Hay que aprender a inspirarte con el texto. Lo que está escrito es el arma con el que te vas a manejar. Hay que saber encontrar lo que el autor quiso decir. Yo hago humor. Durante los primeros años del café concert mi fin era hacer reír. Y después te ponés a pensar en que basarte para hacer reír. Porque si te ponés a destruir a alguien en el escenario, la gente se va a reír. Entonces pensás si querés ser un cínico, que habla mal de la gente todo el tiempo, o no. A veces en la desesperación de hacer reir hablas mal, hacés bromas pesadas. Este pueblo es muy inteligente, con una gran tradición de humor. Argentina fue el centro de la cultura para Latinoamérica, incluso para España. Somos muy mentales, con un humor que saca conclusiones. Yo viajo bastante y hay paises de Latinoamérica en donde el humor se basa en si tiene las tetas más o menos grandes. Hay un poco de retroceso acá tambien, pero hay humor inteligente.
- ¿Le gusta lo que hace Diego Capusotto?
Capusotto me encanta. Me gusta mucho lo que hace. Me parece que dentro de toda esa locura, es el único de esa generación de humor disparatado que le ha encontrado la vuelta a decir algo. Dentro de todo ese delirio hacer humor crítico sin serlo. El tema del humor es que no se tienen que ver los piolines de lo que estás haciendo. Porque cuando se nota todo lo que estás haciendo la gente no es tonta y no se divierte tanto.
- Se especula con que su obra llegará a estar entre las cinco primeras en convocatoria en Mar del Plata. ¿Qué expectativas tiene al respecto?
No creo en la competencia. Soy de la generación en la que no sabias si el teatro de al lado vendía entradas o no. Las comparaciones no sirven para nada. No vengo para estar en una carrera para estar en el podio o no. Me interesa que la gente lo pase bien. Si la gente le divierte lo va a recomendar. Los teatros se llenan porque alguien les dijo que vayan a verlo.
No creo en la competencia. Soy de la generación en la que no sabias si el teatro de al lado vendía entradas o no. Las comparaciones no sirven para nada. No vengo para estar en una carrera para estar en el podio o no. Me interesa que la gente lo pase bien. Si la gente le divierte lo va a recomendar. Los teatros se llenan porque alguien les dijo que vayan a verlo.
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